viernes, 10 de marzo de 2017

EL PERFIL DE UN ASESINO

EL PERFIL DE UN ASESINO



Desde el psicoanálisis, algunos textos abordan la problemática de la criminalidad, en general, se aduce que el comportamiento criminal, en especial el asesinato, está ligado a una estructura psíquica perversa. El término perversión, indicativo de una desviación de la norma, no dice mucho respecto al origen, al contexto o a la naturaleza del proceso en acto. El concepto de perversión es ambiguo y criticable desde muchos aspectos, especialmente, porque a lo largo del tiempo impedimentos morales o normativos han caracterizado cada vez más su definición. 

Sin duda alguna, tanto el término perversión, como su causa o comportamientos asociados a este cuadro, generan opiniones divididas en los propios estudiosos de este campo. Asociado al ámbito de la desviación sexual, la perversión; mediante el sadismo, podría dar un avance más allá del mutuo acuerdo entre los participantes de un acto sexual, volverse trasgresor e incurrir de la violación, ¿pero se podría asesinar por placer? Nuestro interés por entender, un poco más, sobre el funcionamiento de la mente de un asesino, nos llevó a realizar varias entrevistas en la Penitenciaría del Litoral, dejando de lado nuestros propios temores, con el objetivo de acercarnos a la psiquis perversa. A continuación, presentamos el siguiente caso; algunos datos sobre el sujeto entrevistado serán omitidos con la finalidad de preservar su identidad: Llamaremos a este sujeto Byron, lleva seis años en la penitenciaría. 

Se ofreció a dar su testimonio en el pabellón de prisioneros que sufren algún tipo de enfermedad. Ésto debido a que Byron es positivo en VIH /SIDA por lo que está recluido en esa sección. De unos veinte y cinco años de edad, de apariencia delgada, rostro inocente y casi siempre risueño, se mostró desde un inicio, colaborador. Por otro lado, su cuidado personal era deplorable se lo notaba sucio y descuidado. De su boca emanaba un olor desagradable, por una par te producto de su enfermedad. Con los hombros siempre recogidos, a medida que avanzaba la entrevista nos revelaba como llegó a la cárcel. 

Nos cuenta que ahora está pagando lo que hizo, dice arrepentirse de haber asesinado a aquel sujeto por quien hoy se encuentra preso. Todo sucedió porque ese hombre llegó a vivir a su casa, era amante de su madre. Al principio todo pasó con relativa calma, hasta que la idea de que aquel individuo podía abusar de su pequeña hija de ocho años, comenzó a rondar en su mente. 

El miedo a que ésto sucediera le hizo planear conjuntamente con su hermano mayor el asesinato de este hombre. El modusoperandi parecía ser siempre el mismo, dado que al preguntarle si en alguna otra vez había asesinado a alguien, contestó que sí; que hasta había perdido la cuenta. Habría matado, aproximadamente, a unas veintidós personas. Siempre hombres que él consideraba que eran malos y que lo merecían. 

A excepción de algunos cuantos a los que asesinó por dinero. Volviendo al modo de asesinar, nos fue relatado de una peculiar manera, nos dijo: “…yo cuando he matado lo he hecho así como ahorita, conversando como lo estoy haciendo con ustedes en este lugar…Éso sí, tomando unos tragos hasta que la víctima esté borracho y ahí si lo apuñalo”. Nos dice que él siempre tiene todo pensado de ante mano y que, él nunca ha salido herido. 

Todo lo cuenta con mucha tranquilidad. Manifiesta que una vez que apuñala una vez, siente un deseo enorme de seguir haciéndolo repetidas veces. Al preguntarle sobre su familia nos relata que, su padre lo abandonó cuando era pequeño, que su madre y su padrastro fueron quienes lo criaron. Su padrastro solía encadenarlo en la cama y golpearlo incesantemente. Dice que ama mucho a su madre. Al preguntarle qué hacía ella cuando su padrastro lo golpeaba brutalmente, contestó; “ella era bravísima, venía después y me seguía pegando”. Dado el cor to espacio para la exposición de este extenso testimonio, quisiéramos rescatar brevemente cier tos aspectos teóricos, referentes al caso. 

La mente de este sujeto pareciera dejar de lado la realidad contextual, para encerrarse en una realidad psíquica muy cercana a la de la psicosis. Algunos autores como los de la línea poskleiniana, señalan a la per versión como un camino de tránsito que muchas veces termina en la psicosis. Esto se entendería si notamos cómo la mente del sujeto, le dice, que sus víctimas son potenciales agresores. 

Existe a su vez una pobre diferenciación entre lo que es bueno y malo, dado que Byron piensa en su psiquis que, esas personas merecían morir. No discrimina entre delirio y realidad. Seguramente el aspecto familiar en la vida de Byron, fomentó su estructura mental. Varias investigaciones muestran que, los niños golpeados en su infancia, tienen un alto grado de probabilidad de repetir las conductas de sus padres en edades adultas. Considerando estos datos, algunos psicólogos consideran que: “todo asesino viene de un hogar disfuncional, pero no todo hogar disfuncional genera un asesino”. 

Sin embargo, aquí existe un aspecto importante que es el placer de asesinar. Evidentemente existe una compulsión hacía el placer sin límites. Como sabemos el per verso goza del sufrimiento de su víctima y de la excitación que le causa el ponerse en un lugar de poder, con respecto al otro. El perverso goza de pensar en que el otro disfruta al sufrir, y siente su placer como propio. A la vez que el hecho de infringir dolor lo eleva a una posición superior donde es; castigador de castigado, verdugo despiadado. 

Es interesante como si seguimos este enfoque, el asesinato por odio se encuentra apar tado de la estructura perversa. Juega, entonces, un papel preponderante la excitación pervertida, el deseo de placer sin límites llegando inclusive en el máximo éxtasis a asesinar. En este punto, la per versión se podría juntar con la drogodependencia, un adicto siempre quiere más, para llegar a niveles más avanzados de placer. El asesino per verso, una vez que mata encuentra un placer psíquico tan poderoso que parecería no tener más censura. Es por ende, comprensible, en cierta forma, el asesinato insaciable de veintidós víctimas y la compulsión del apuñalamiento.


UNA PERSPECTIVA DEL PERITAJE PSICOLÓGICO FORENSE de Dr. Carlos Orellana Roman Médico-Psiquiatra y Psicólogo Clínico



La presente disquisición está basada en veinte años de trabajo haciendo peritajes en el campo La presente disquisición está basada en veinte años de trabajo haciendo peritajes en el campo psiquiátrico y Psicológico forense en los diferentes juzgados, siempre con la intención de ser un auxiliar de la justicia que aporte para la eficacia de la misma. La evaluación psicológica forense para el peritaje psicológico forense es, como dice Richard Gross que, muchas de las preguntas que se hacen en la psicología sobre la conducta se las extiende a la delincuencia y a la conducta criminal. 

Aunque esta aplicación no es tan simple puesto que, es necesario tomar en cuenta el sistema jurídico y sobre todo a sus operadores, con todas las vicisitudes que conlleva, de todas formas la validación del método clínico psicológico es lo más fundamental. Javier Urra cita a Maquiavelo cuando dice: “En general los hombres juzgan más por los ojos que por la inteligencia, pues todos pueden ver, pero pocos comprenden lo que ven”. Esto sucede cuando el psicólogo se enfrenta en una audiencia de estrados a evidencias “materiales” que se contraponen al psicodiagnóstico o tiene que sustentar un diagnóstico de personalidad bajo el fuego cruzado de preguntas capciosas.

La psicología forense se define como la ciencia aplicada al estudio de la relación entre conductas y valores humanos y procedimientos y filosofía legal; en donde es menester el saber las características y peculiaridades del sistema para comprender los alcances, límites, responsabilidades y peligros que tiene el trabajo del perito y las relaciones éticas en el desempeño. Aquí como dice Urra: “El primer paso de nuestra intervención es crucial, debemos saber exactamente qué se nos demanda, cuál es la solicitud judicial; para ello nos entrevistaremos con el solicitante (juez, abogados), estudiaremos el sumario, las declaraciones del encausado, los informes de los Servicios Sociales, Policía, etc.; ubicada la pericia, pensaremos y seleccionaremos la metodología y los instrumentos a utilizar, siempre primando los que confieran mayor validez y fiabilidad a la evaluación”. Pero en nuestro medio nos encontramos con autoridades que ordenan la aplicación de un test específico, como si el psicólogo fuera un laboratorista clínico en donde se debe limitar a contestar la solicitud hecha sin preguntar nada más. 

Se confunde la labor del psicólogo clínico con la de un tecnólogo. En mi experiencia me ha tocado recibir órdenes para realizar el test de personalidad del MMPI y comunicar sus resultados, sin tomar en cuenta que un adecuado psicodiagnóstico debe de tener una o varias entrevistas previas para establecer indicadores psicopatológicos y a base de eso armar una batería de diferentes tests, para entonces aplicarlos en un orden que cada psicólogo debe establecer de acuerdo al caso; puesto que cada profesional en busca de la eficacia y desde una posición científica utilizará los tests, los cuestionarios y las escalas que le permitan aproximar lo más fielmente posible una realidad compleja que en ocasiones, intenta ser falsificada por el propio actor o por los otros participantes en el “teatro” puesta en escena que es un juicio.

En lo que respecta a lo que debemos saber y que es lo que se nos pide, muy rara vez he visto que una autoridad nos escriba lo que exactamente quiere que se examine y con qué objetivos, sólo se limitan a poner “evaluación” o “examen”. La evaluación psicológica en el ámbito penal es una de las actividades más difíciles de la práctica profesional de un psicólogo, y ello por varias razones: 

1. Gran responsabilidad ética. 
2. El proceso de evaluación no siempre es positivo, pues el sujeto evaluado puede fingir y mentir. 
3. La evaluación es difícil porque hay que evaluar los comportamientos de forma retrospectiva en el tiempo de meses o de años atrás. 
4. No siempre es posible obtener información de todos los elementos implicados. 
5. La actividad de los peritos psicólogos puede estar sometida a diversas presiones sociales, especialmente cuando se producen algunos casos que tienen gran impacto en la opinión pública. 
6. Distintos peritos pueden llegar a conclusiones diferentes debido en gran parte a los diferentes métodos utilizados. 

Es sumamente difícil entender y comprender la criminogénesis de un caso y para éso se necesita de varias sesiones de estudio, pero la paradoja en nuestro medio es creer que el perito con una sola entrevista le basta y sobra para hacer un informe y muy rara vez, se le da más tiempo. Aquí, quizá eso esté influenciado por la actuación de algunos “expertos” que salen en los diarios y en la televisión que diagnostican ciertas patologías en personajes públicos basándose en observaciones de “conductas y rasgos” observables haciendo interpretaciones silvestres y endilgando complejos diagnósticos con una pasmosa facilidad sin método ni ética; cuando en la realidad es muy difícil llegar a una conclusión diagnóstica en un proceso judicial, cuando se la tiene que sustentar en los estrados frente al método contradictorio judicial. 

La conducta en general tiene pluricausalidad y lo mismo se aplica en la conducta criminal, De ahí que, es necesario evaluar la capacidad mental del sujeto, nivel de madurez, eventual organicidad o rasgos de impulsividad, ansiedades, frustraciones, defensas, relaciones parentales, sexualidad, relaciones con el medio, etc. por lo que es importante la realización de un peritaje psicológico independientemente de que el individuo carezca de una deficiencia mental diagnosticada, porque si para comprender la capacidad de conocimiento y la capacidad de motivación que son presupuestos esenciales para determinar la imputabilidad del sujeto activo del delito. Solamente se podría determinar estos aspectos subjetivos a través del análisis de la personalidad del individuo. 

Además del estudio de la víctima y de la situación, la psicología forense y por ende el peritaje también deben basarse en la investigación del sujeto que incurre en el delito y por lo tanto, su estudio, además de hacerlo en los foros y con las leyes, también debería hacérselo en nuestras cárceles para conseguir los perfiles de los diferentes tipos de los delincuentes de nuestro contexto social y cultural, validar el uso de los tests e investigar la consistencia de las teorías de la criminogénesis y de otros elementos que son esenciales para un diagnóstico y pronóstico más acertados en la evaluación pericial y la adecuada rehabilitación social del delincuente, porque como dice Morin citando a Holderlin: “donde crece el peligro crece también lo que salva” para el bien de las relaciones humanas que todos deseamos.


Url: http://www.uees.edu.ec/pdfs/psyquis/psyquis-2.pdf



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