EL PERFIL DE UN ASESINO
Desde el psicoanálisis,
algunos textos abordan
la problemática de la
criminalidad, en general, se aduce
que el comportamiento criminal,
en especial el asesinato, está
ligado a una estructura psíquica
perversa. El término perversión,
indicativo de una desviación de la
norma, no dice mucho respecto al
origen, al contexto o a la naturaleza
del proceso en acto. El concepto
de perversión es ambiguo y
criticable desde muchos aspectos,
especialmente, porque a lo largo
del tiempo impedimentos morales o
normativos han caracterizado cada
vez más su definición.
Sin duda alguna, tanto el término
perversión, como su causa o
comportamientos asociados a este
cuadro, generan opiniones divididas
en los propios estudiosos de este
campo. Asociado al ámbito de la
desviación sexual, la perversión;
mediante el sadismo, podría dar un
avance más allá del mutuo acuerdo
entre los participantes de un acto
sexual, volverse trasgresor e incurrir de la violación, ¿pero se podría
asesinar por placer?
Nuestro interés por entender, un
poco más, sobre el funcionamiento
de la mente de un asesino, nos
llevó a realizar varias entrevistas en
la Penitenciaría del Litoral, dejando
de lado nuestros propios temores,
con el objetivo de acercarnos a la
psiquis perversa. A continuación,
presentamos el siguiente caso;
algunos datos sobre el sujeto
entrevistado serán omitidos
con la finalidad de preservar su
identidad:
Llamaremos a este sujeto
Byron, lleva seis años en la
penitenciaría.
Se ofreció a dar
su testimonio en el pabellón de
prisioneros que sufren algún tipo
de enfermedad. Ésto debido a que
Byron es positivo en VIH /SIDA por
lo que está recluido en esa sección.
De unos veinte y cinco años de
edad, de apariencia delgada, rostro
inocente y casi siempre risueño,
se mostró desde un inicio, colaborador. Por otro lado, su cuidado
personal era deplorable se lo notaba sucio
y descuidado. De su boca emanaba un olor
desagradable, por una par te producto de
su enfermedad. Con los hombros siempre
recogidos, a medida que avanzaba la
entrevista nos revelaba como llegó a la
cárcel.
Nos cuenta que ahora está pagando lo que
hizo, dice arrepentirse de haber asesinado
a aquel sujeto por quien hoy se encuentra
preso. Todo sucedió porque ese hombre llegó
a vivir a su casa, era amante de su madre. Al
principio todo pasó con relativa calma, hasta
que la idea de que aquel individuo podía
abusar de su pequeña hija de ocho años,
comenzó a rondar en su mente.
El miedo a que
ésto sucediera le hizo planear conjuntamente
con su hermano mayor el asesinato de este
hombre.
El modusoperandi parecía ser siempre
el mismo, dado que al preguntarle si en
alguna otra vez había asesinado a alguien,
contestó que sí; que hasta había perdido la
cuenta. Habría matado, aproximadamente, a
unas veintidós personas. Siempre hombres
que él consideraba que eran malos y que lo
merecían.
A excepción de algunos cuantos a
los que asesinó por dinero.
Volviendo al modo de asesinar, nos fue
relatado de una peculiar manera, nos dijo:
“…yo cuando he matado lo he hecho así
como ahorita, conversando como lo estoy
haciendo con ustedes en este lugar…Éso sí, tomando unos tragos hasta
que la víctima esté borracho y ahí si lo
apuñalo”. Nos dice que él siempre tiene
todo pensado de ante mano y que, él nunca
ha salido herido.
Todo lo cuenta con mucha
tranquilidad. Manifiesta que una vez que
apuñala una vez, siente un deseo enorme de
seguir haciéndolo repetidas veces.
Al preguntarle sobre su familia nos relata que,
su padre lo abandonó cuando era pequeño,
que su madre y su padrastro fueron quienes
lo criaron. Su padrastro solía encadenarlo en
la cama y golpearlo incesantemente. Dice que
ama mucho a su madre. Al preguntarle qué
hacía ella cuando su padrastro lo golpeaba
brutalmente, contestó; “ella era bravísima,
venía después y me seguía pegando”.
Dado el cor to espacio para la exposición de
este extenso testimonio, quisiéramos rescatar
brevemente cier tos aspectos teóricos,
referentes al caso.
La mente de este sujeto
pareciera dejar de lado la realidad contextual,
para encerrarse en una realidad psíquica
muy cercana a la de la psicosis. Algunos
autores como los de la línea poskleiniana,
señalan a la per versión como un camino de
tránsito que muchas veces termina en la
psicosis. Esto se entendería si notamos
cómo la mente del sujeto, le dice, que sus
víctimas son potenciales agresores.
Existe
a su vez una pobre diferenciación entre lo
que es bueno y malo, dado que Byron piensa
en su psiquis que, esas personas merecían
morir. No discrimina entre delirio y realidad.
Seguramente el aspecto familiar en la vida
de Byron, fomentó su estructura mental.
Varias investigaciones muestran que, los
niños golpeados en su infancia, tienen
un alto grado de probabilidad de repetir
las conductas de sus padres en edades
adultas. Considerando estos datos, algunos
psicólogos consideran que: “todo asesino
viene de un hogar disfuncional, pero no todo
hogar disfuncional genera un asesino”.
Sin embargo, aquí existe un aspecto
importante que es el placer de asesinar.
Evidentemente existe una compulsión hacía
el placer sin límites.
Como sabemos el per verso goza del
sufrimiento de su víctima y de la excitación
que le causa el ponerse en un lugar de
poder, con respecto al otro. El perverso goza
de pensar en que el otro disfruta al sufrir, y
siente su placer como propio. A la vez que
el hecho de infringir dolor lo eleva a una
posición superior donde es; castigador de
castigado, verdugo despiadado.
Es interesante como si seguimos este
enfoque, el asesinato por odio se encuentra
apar tado de la estructura perversa.
Juega, entonces, un papel preponderante
la excitación pervertida, el deseo de
placer sin límites llegando inclusive en
el máximo éxtasis a asesinar. En este
punto, la per versión se podría juntar con la
drogodependencia, un adicto siempre quiere
más, para llegar a niveles más avanzados de
placer. El asesino per verso, una vez que mata
encuentra un placer psíquico tan poderoso
que parecería no tener más censura. Es
por ende, comprensible, en cierta forma, el
asesinato insaciable de veintidós víctimas y
la compulsión del apuñalamiento.
UNA PERSPECTIVA
DEL PERITAJE
PSICOLÓGICO
FORENSE de Dr. Carlos Orellana Roman
Médico-Psiquiatra y Psicólogo
Clínico
La presente disquisición está basada en
veinte años de trabajo haciendo peritajes
en el campo La presente disquisición
está basada en veinte años de trabajo haciendo
peritajes en el campo psiquiátrico y Psicológico
forense en los diferentes juzgados, siempre con
la intención de ser un auxiliar de la justicia que
aporte para la eficacia de la misma.
La evaluación psicológica forense para el peritaje
psicológico forense es, como dice Richard Gross
que, muchas de las preguntas que se hacen en
la psicología sobre la conducta se las extiende
a la delincuencia y a la conducta criminal.
Aunque esta aplicación no es tan simple puesto
que, es necesario tomar en cuenta el sistema
jurídico y sobre todo a sus operadores, con todas
las vicisitudes que conlleva, de todas formas la
validación del método clínico psicológico es lo
más fundamental. Javier Urra cita a Maquiavelo
cuando dice: “En general los hombres juzgan
más por los ojos que por la inteligencia, pues
todos pueden ver, pero pocos comprenden lo
que ven”. Esto sucede cuando el psicólogo
se enfrenta en una audiencia de estrados a
evidencias “materiales” que se contraponen
al psicodiagnóstico o tiene que sustentar un
diagnóstico de personalidad bajo el fuego
cruzado de preguntas capciosas.
La psicología forense se define como la
ciencia aplicada al estudio de la relación entre
conductas y valores humanos y procedimientos
y filosofía legal; en donde es menester el
saber las características y peculiaridades del
sistema para comprender los alcances, límites,
responsabilidades y peligros que tiene el
trabajo del perito y las relaciones éticas en el
desempeño.
Aquí como dice Urra: “El primer paso de
nuestra intervención es crucial, debemos saber
exactamente qué se nos demanda, cuál es la
solicitud judicial; para ello nos entrevistaremos
con el solicitante (juez, abogados), estudiaremos
el sumario, las declaraciones del encausado, los
informes de los Servicios Sociales, Policía, etc.;
ubicada la pericia, pensaremos y seleccionaremos
la metodología y los instrumentos a utilizar,
siempre primando los que confieran mayor
validez y fiabilidad a la evaluación”. Pero en
nuestro medio nos encontramos con autoridades que ordenan la aplicación de un test específico,
como si el psicólogo fuera un laboratorista clínico
en donde se debe limitar a contestar la solicitud
hecha sin preguntar nada más.
Se confunde
la labor del psicólogo clínico con la de un
tecnólogo. En mi experiencia me ha tocado recibir
órdenes para realizar el test de personalidad
del MMPI y comunicar sus resultados, sin tomar
en cuenta que un adecuado psicodiagnóstico
debe de tener una o varias entrevistas previas
para establecer indicadores psicopatológicos y
a base de eso armar una batería de diferentes
tests, para entonces aplicarlos en un orden que
cada psicólogo debe establecer de acuerdo al
caso; puesto que cada profesional en busca de la
eficacia y desde una posición científica utilizará
los tests, los cuestionarios y las escalas que le
permitan aproximar lo más fielmente posible
una realidad compleja que en ocasiones, intenta
ser falsificada por el propio actor o por los otros
participantes en el “teatro” puesta en escena
que es un juicio.
En lo que respecta a lo que debemos saber y que
es lo que se nos pide, muy rara vez he visto que
una autoridad nos escriba lo que exactamente
quiere que se examine y con qué objetivos, sólo
se limitan a poner “evaluación” o “examen”.
La evaluación psicológica en el ámbito penal
es una de las actividades más difíciles de la
práctica profesional de un psicólogo, y ello por
varias razones:
1. Gran responsabilidad ética.
2. El proceso de evaluación no siempre es
positivo, pues el sujeto evaluado puede fingir y
mentir.
3. La evaluación es difícil porque hay
que evaluar los comportamientos de forma
retrospectiva en el tiempo de meses o de años
atrás.
4. No siempre es posible obtener información
de todos los elementos implicados.
5. La actividad de los peritos psicólogos
puede estar sometida a diversas presiones
sociales, especialmente cuando se producen algunos casos que tienen gran impacto en la
opinión pública.
6. Distintos peritos pueden llegar a
conclusiones diferentes debido en gran parte a
los diferentes métodos utilizados.
Es sumamente difícil entender y comprender la
criminogénesis de un caso y para éso se necesita
de varias sesiones de estudio, pero la paradoja
en nuestro medio es creer que el perito con
una sola entrevista le basta y sobra para hacer
un informe y muy rara vez, se le da más tiempo.
Aquí, quizá eso esté influenciado por la actuación
de algunos “expertos” que salen en los diarios
y en la televisión que diagnostican ciertas
patologías en personajes públicos basándose
en observaciones de “conductas y rasgos”
observables haciendo interpretaciones silvestres
y endilgando complejos diagnósticos con una
pasmosa facilidad sin método ni ética; cuando en
la realidad es muy difícil llegar a una conclusión
diagnóstica en un proceso judicial, cuando se
la tiene que sustentar en los estrados frente al
método contradictorio judicial.
La conducta en general tiene pluricausalidad y
lo mismo se aplica en la conducta criminal,
De ahí que, es necesario evaluar la capacidad
mental del sujeto, nivel de madurez, eventual
organicidad o rasgos de impulsividad, ansiedades,
frustraciones, defensas, relaciones parentales,
sexualidad, relaciones con el medio, etc. por lo que es importante la realización de un
peritaje psicológico independientemente de que
el individuo carezca de una deficiencia mental
diagnosticada, porque si para comprender la
capacidad de conocimiento y la capacidad de
motivación que son presupuestos esenciales
para determinar la imputabilidad del sujeto activo
del delito. Solamente se podría determinar estos
aspectos subjetivos a través del análisis de la
personalidad del individuo.
Además del estudio
de la víctima y de la situación, la psicología
forense y por ende el peritaje también deben
basarse en la investigación del sujeto que incurre
en el delito y por lo tanto, su estudio, además
de hacerlo en los foros y con las leyes, también
debería hacérselo en nuestras cárceles para
conseguir los perfiles de los diferentes tipos
de los delincuentes de nuestro contexto social y
cultural, validar el uso de los tests e investigar la
consistencia de las teorías de la criminogénesis
y de otros elementos que son esenciales para
un diagnóstico y pronóstico más acertados en la
evaluación pericial y la adecuada rehabilitación
social del delincuente, porque como dice Morin
citando a Holderlin: “donde crece el peligro
crece también lo que salva” para el bien de las
relaciones humanas que todos deseamos.
Url: http://www.uees.edu.ec/pdfs/psyquis/psyquis-2.pdf
No hay comentarios.:
Publicar un comentario